"Lo que no se nombra, no existe." – George Steiner
El lenguaje no solo comunica: también construye realidades. A través de las palabras transmitimos ideas, emociones y valores, pero también podemos reproducir desigualdades, estereotipos o exclusiones.
Por eso, promover un lenguaje incluyente, respetuoso y accesible no es una moda ni exageración: es una herramienta poderosa para visibilizar a todas las personas y avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.
🌈 ¿Qué es el lenguaje incluyente?
El lenguaje incluyente busca que todas las personas, sin importar su género, identidad, origen o situación, se sientan representadas y respetadas en la forma en que nos comunicamos.
Implica:
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Evitar el uso exclusivo del masculino genérico ("los niños", "los ciudadanos") cuando hablamos de grupos mixtos.
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Usar términos neutrales o colectivos ("la niñez", "el estudiantado", "las personas", "la comunidad").
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Nombrar a mujeres y a identidades diversas cuando sea necesario: "las y los docentes", "personas no binarias", etc.
🧡 Lenguaje respetuoso: cuidar cómo decimos las cosas
Ser respetuosas/os/xs al hablar implica:
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Evitar apodos, chistes, expresiones machistas, racistas o clasistas.
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No asumir la identidad, rol o capacidad de otra persona por su aspecto.
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Escuchar cómo quiere ser llamada cada persona (nombre, pronombres, identidad).
Porque el respeto empieza también por el modo en que nos dirigimos a quienes nos rodean.
♿ Lenguaje accesible: que todas y todos podamos entender
El lenguaje accesible facilita la comprensión a personas con diferentes niveles de lectura, discapacidades, condiciones de aprendizaje o que hablan otra lengua.
Recomendaciones:
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Usa oraciones claras y sin tecnicismos innecesarios.
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Evita abreviaciones o símbolos que dificulten la lectura.
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Acompaña los textos con apoyos visuales o traducción (como lenguaje de señas, pictogramas o lectura fácil).
La comunicación solo es válida si llega a todas las personas.
“La igualdad empieza por el modo en que hablamos y escuchamos.” – Marcela Lagarde, antropóloga feminista
Cambiar la forma de hablar no es solo un acto de corrección lingüística, sino un acto de justicia social. El lenguaje puede herir o sanar, excluir o incluir, borrar o visibilizar.
"Hablar con inclusión es hablar con conciencia, con respeto y con amor por la diversidad que somos."
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